El truco de las matrículas:

Nada más llegar a Málaga, en agosto de 1994, empecé a estudiar español en una academia en el barrio de Pedregalejo. En la primera semana, con la profesora Esther, aprendí algo de gramática, vocabulario básico, trabajamos la pronunciación y practicamos los números del 1 al 100.
Ese sábado por la mañana decidí ir al mercado de El Palo para comprar algo de fruta. Entre todos los puestecillos llenos de colores, olores, sonidos y sensaciones busqué un sitio en la cola de la frutería. Después de una espera seguramente demasiado larga (más de una señora paleña se me había colado ese día), me tocó pedir. Algo de manzanas, unos plátanos y varios melocotones… tampoco es que pudiera pedir mucho más ya que no tenía tantos conocimientos en mi vocabulario de frutas.
Cuando la frutera me dijo el precio total, seguramente algo como 473 Pesetas, y lo que salía de su boca para mí era un montón de sonidos sin sentido y sin conexión alguna con aquello que había aprendido en clase de español.
Rápidamente busqué la caja registradora y busqué el precio a pagar, al menos así podía verlo ya que entender…¡no entendía nada!. Y pobre de mí…no había caja registradora y estaba rodeado de señoras paleñas con una sonrisa picaresca y sin saber qué murmuraban porque no sabía si estaban riéndose de mi o de otra cosa.
De repente la frutera apuntó el precio en una hojita para enseñármelo y que yo pudiese saber cuánto tenía que pagar, aunque tampoco entendí lo que me dijo cuando me mostró el papelito con el precio. Lo único que comprendí de toda aquella situación, con las señoras paleñas murmurando a mi alrededor, era que me estaban engañando y cobrando de más con una especie de “suplemento guiri” o “suplemento de tontos que no saben contar hasta 1.000”.
Ese día comprendí lo importante que son los números en la vida. Todo son números. Precios, edades, cantidades, horas, números de teléfono, distancias, direcciones, etc. Así que decidí que tenía que aprenderme los números lo antes posible… ¡Sí o sí!.
Y, como todavía no había Euros y todo era en Pesetas, tenía que saber contar hasta 10.000. Tampoco podía gastarme mucho más de eso…
¿Pero cómo iba a aprender a contar de 1 a 10.000 en poco tiempo?
Se me ocurrió un sistema que resultó ser de lo más eficaz. Durante mi curso de español, vivía en un piso de estudiantes que estaba a unos 15 minutos andando de la academia. Todas las mañanas, al ir a la academia y volviendo al piso, pasaba por cientos de coches que estaban aparcados en la calle. Todos los coches tienen matrículas. Y todas las matrículas tienen números de 4 dígitos, de 0000 a 9999…¡Justo lo que yo quería aprender!
Pero no era tanto cuestión de aprender, sino de practicar. Seguramente si te pregunto si sabes contar en inglés de 1 a 10.000, me dirás; “claro que sí”. Pero si te pregunto címo se dice 9.471 en inglés, es probable que te cueste un poco, o bastante, decirlo bien. Necesitarás unos segundos antes de responder. Vamos, que no te sale de la misma forma que en español…¿a qué no?
Entonces seguro que a ti también te vendrá bien mi truco de las matrículas…..
¡El truco de las matrículas!
El primer día empecé a practicar los números de 1 al 9. De camino a la academia, me paraba delante de un coche que estaba aparcado en la calle y me obligaba a decir los 4 dígitos de la matrícula. Por ejemplo: “nueve, cuatro, siete, uno”. Cuando lo había dicho bien, podía seguir andando. Unos 10 coches más hacia delante hacía lo mismo, y así hasta llegar a la academia. Claro, el camino que normalmente era de 15 minutos, ese día se convirtió en una odisea de media hora. Pero a la vuelta al piso, ya solo eran 20 minutos. Al día siguiente, y haciendo lo mismo, eran 15 minutos de ida y 15 de vuelta. ¡Bien! Del 1 al 9 ya estaba bajo control. Y eso a base de practicarlo una y otra vez.
El tercer día amplié a 2 dígitos para practicar de 10 a 99. Por tanto, me paraba en un coche al azar y tenía que decir, por ejemplo; “noventa y cuatro, setenta y uno”. De nuevo, ese día al ir a la academia, tardé media hora. La vuelta fue algo más rápido, y al día siguiente, el cuarto día de mi reto de los números, lo hacía ya en 15 minutos, diciendo los números con una rapidez y fluidez como si fuese en mi lengua materna, el holandés.
De allí pasé a los números de 3 dígitos, por lo que la matrícula con los números 9471, se convertía en “novecientos cuarenta y siete” y “cuatrocientos setenta y uno”.
Los últimos dos días ya practicaba de 1.000 a 9.000. “nueve mil cuatrocientos setenta y uno”
El último día de mi reto tardé 15 minutos en llegar a la academia, pasando por un montón de coches y diciendo todos los números con una fluidez de nativo.
No tardé ni 2 semanas en aprender a contar de 1 a 10.000 en un idioma que no era el mío y con solo unas cuantas matrículas de coche.
Y desde entonces ya no me han vuelto a engañar en el mercado….